Personajes Alfonso Diez |
* Renovarse o morir
Dice el dicho que “Los pueblos tienen el
gobierno que se merecen” y esto es cierto sólo en parte.
Cada nación está formada por personas de
diversos estratos sociales, con diferente poder adquisitivo, educación,
información y aspiraciones. Si a eso sumamos las variadas maneras de
interpretar la realidad de cada mexicano (“cada cabeza es un mundo”),
obtendremos un mapa de electores con muchas variantes. Pero para bien, o para
mal, las masas deciden y desafortunadamente son manipulables, así que éstas
determinan al triunfador que muchas veces no es del gusto de los otros
estratos; en consecuencia, un gran porcentaje del pueblo en realidad no tiene
el gobierno que se merece porque, como demuestran las estadísticas, la tercera
parte de la población que vota es la que elige al ganador y se convierte en la
quinta de toda la ciudadanía.
En la presidencial las cosas funcionan un
poco diferente, con mayor análisis y menos manipulación.
Las elecciones que ayer 5 de julio se
llevaron al cabo resultaron ser como esperaba el 36% de la población, la que
apoyó al PRI; los otros dos partidos mayoritarios, el PAN y el PRD quedaron por
debajo de las expectativas, el primero con el 27.5% y el segundo con el 12.25
de los votos a su favor.
Los partidos pequeños que lograron la
votación suficiente para no perder su registro fueron el Verde, el PT, el Panal
y Convergencia. El PSD no contenderá más.
El voto nulo (5.7%) no fue tan grande
como muchos esperaban, sólo un poco mayor al de las elecciones anteriores y en
vista de que inclusive sumándolo a favor del PAN o del PRD estos seguirían
quedando por debajo de la votación que recibió el PRI, como segunda y tercera
fuerza política en la Cámara de Diputados, podemos asegurar que el llamado que
hicieron diversos personajes y agrupaciones para anular el voto fue un fracaso.
En el “Personajes” del primero de junio pasado
hicimos notar la trampa que significaba anular el voto.
Cuando hay menos votantes el partido que
gana es el PRI, porque tiene el “voto duro” más grande; en otras palabras,
mientras panistas y perredistas deciden anular su voto o no ir a votar por las
razones que sean, los priístas siempre llegan a las urnas y “nunca” anulan su
voto. Aquí está una de las claves para entender el voto mayoritario a favor del
PRI: a los votos anulados habría que sumar los votos de aquellos que decidieron
no votar y como resultado tendríamos al PRI otra vez como tercera fuerza
política en la Cámara de Diputados. Pero no fue así.
Aquellos que no votaron o anularon su
voto no tienen tampoco porqué protestar por los resultados de la elección.
Simplemente, decidieron no participar, los primeros, o intentaron demostrar su
descontento con la clase política, los segundos.
Pero aquí surgen varios puntos a
analizar:
1.- El porcentaje de votos nulos fue tan
pequeño, tan poco mayor al de otras elecciones, que en realidad demostró lo
contrario de lo que pretendían los que impulsaron esa medida; es decir,
afortunada o desafortunadamente, hay muy poco descontento con la clase
política. Pero lo malo es que cayeron en la trampa, en la manipulación (los que
anularon y los que no participaron) y eso permitió que el PRI se fuera para
arriba, por las razones expuestas antes.
2.- Al anular el voto en protesta contra
la clase política no se obtiene, de cualquier manera, nada, porque es la única
que tenemos. No hay opciones. ¿Alguna de las agrupaciones que promovieron
anular el voto, ya no quiere que ninguno de los partidos políticos actuales
siga en el poder? Formen uno nuevo y esperemos que esos nuevos políticos no se
corrompan, intelectual y económicamente, como sucede con muchos de los que
brincan de un puesto a otro..
3.- Pero los integrantes de ese posible
nuevo partido tendrían que salir, igual que los viejos, del mismo pueblo; con
los mismos defectos y virtudes, de los mismos diversos estratos sociales y
culturales y ese vuelve a ser el problema: ¿Cómo evitar que el poder los
corrompa? ¿Cómo logar que persistan en sus ideales? ¿Cómo saber que permanecen
en la línea de fuego y no se trata simplemente de manipuladores que conocen la
psicología de las masas?
4.- Ortega y Gasset decía que “Las masas
siempre se equivocan” y es verdad: se equivocan al comprar por cantidades
millonarias revistas sin contenido, se equivocan al comprar los discos de
cantantes sin calidad y se equivocan al votar por el político que más promesas
populacheras les hizo, pero que no cumplirá.
Cada seis años, cuando hay elecciones
para Presidente de la República, aumenta la cantidad de votantes y lo que
determina la cantidad de votos que recibe cada partido político es el arrastre
de su candidato a la presidencia, así que las llamadas elecciones intermedias,
como la que acabamos de pasar, no determinan cuál tiene más posibilidades para
la siguiente, por lo que no hay que dar por muertos al PAN y al PRD.
La carrera por la presidencia ya comenzó.
Las cartas del PRI para la elección presidencial del 2012 están sobre la mesa:
entre Enrique Peña Nieto y Beatriz Paredes se decidirá cuál será el candidato
de ese partido.
Por lo que a los otros contendientes
reales se refiere (PAN y PRD), no tienen a la vista personajes de un peso
político tal que puedan ser lanzados con posibilidades de triunfo contra el que
quede del PRI, así que esa será su tarea: elegir a una figura de arrastre, a un
ganador, a una persona inteligente, preparada y preocupada en verdad por los
problemas que afectan a nuestro pueblo. Es la única manera garantizada de
lograr el triunfo. ¿Es mucho pedir?
De no lograrlo, volveremos al punto de partida, con la presidencia en manos del grupo político (o sus herederos) que nos gobernó por más de setenta años. Y ese no puede ser el objetivo: “Renovarse o morir”. Evidentemente, la renovación es siempre el mejor camino. |